
Cómo las Ciudades Inventan su Propia Leyenda.
«El hombre que embotelló el sol» 2016, Director: Óscar Bernàcer | Guion: Joana M. Ortueta | FILMIN y PRIME VÍDEO.
Sugerente título para un docu sobre Pedro Zaragoza, alcalde franquista de Benidorm. Pero, sobre todo, un ejemplo de cómo las ciudades siguen necesitando sus mitos fundacionales para construir una identidad.
Roma tiene a Rómulo y Remo amamantados por la loba, Las Vegas construyó su leyenda alrededor de la frontera conquistada y la libertad sin límites, El Dorado con tapete verde y frutas alineadas. Benidorm también necesitaba su mito: y ninguno mejor que el del alcalde visionario que desafía al régimen conservador para crear un paraíso hedonista en la costa mediterránea.
La historia del alcalde (y Jefe Provincial de Movimiento que, para los más jóvenes, no tiene nada que ver con el K-pop sino con el férreo control de la población) yendo en Vespa al Pardo tiene todos los elementos de un buen mito: el héroe humilde (la Vespa vs. los coches oficiales), el viaje épico (hasta el mismísimo Franco), la causa noble (la libertad de las mujeres), haciendo frente incluso a un expediente de excomunión y el resultado transformador (Benidorm como destino turístico).
¿Ocurrió exactamente así? ¿A quién le importa? Lo que importa es que podría haber ocurrido y encaja perfectamente con la narrativa que la ciudad necesitaba.
Los mitos fundacionales clásicos legitimaban el poder político o religioso. Los de las ciudades turísticas modernas legitiman el placer y la transgresión. Benidorm necesitaba explicar cómo se convirtió en un espacio donde las reglas sociales del franquismo se relajaban. El mito del alcalde visionario hace esa transformación no solo explicable, sino heroica.
El nuevo Bilbao se ha construido sobre un Ave Fénix de titanio, pura épica arquitectónica. El de San Sebastián lo hizo sobre los veraneos de la realeza, pero, curiosamente, y dentro del olimpo de los semidioses, fruto de los revolcones dios/a con mortal, tenemos la Basque Cheesecake: una modesta tarta de queso de un bar de la Parte Vieja donostiarra que, de la noche a la mañana, se ha convertido en emblema de la Ciudad, y de toda gastronomía vasca, gracias a esos nuevos oráculos que son los influencers, Y es que ahora los posos de café vienen en formato 9:16.
P.D: Y, para certificar que segundas partes nunca fueron buenas, incluso en la creación de mitos, un candidato por Benidorm de Ciudadanos intentó replicar la historia de Zaragoza en campaña electoral. Spoiler; sale mal.
Miquel Poveda ha publicado un interesantísmo artículo (como no podía ser menos) sobre la historia de Pedro Zaragoza que os dejo aquí: https://bit.ly/3Iq2UgQ